Mal tiempo y trabajo vertical, un combinado de riesgo
Viento (y también lluvia). Condiciones climatológicas adversas como éstas afectan, de forma directa, a cómo un trabajador vertical desarrolla su labor profesional a la intemperie. Para situaciones como estas, con un evidente riesgo para el profesional, el artículo 21 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales es clara: ante un riesgo grave e inminente, el empresario está obligado a informar a los trabajadores y establecer las medidas de protección necesarias para estos.
Seguridad ante un clima adverso.Jonathan Alonso Martínez es fundador y propietario de Vertical Madrid, una empresa de trabajos verticales con 15 años de experiencia en el mercado. Jonathan Alonso detalla las medidas que, como norma general, han de tomarse cuando la climatología adversa aparece durante el desarrollo de trabajos a la intemperie “dejar de trabajar en caso de que lluvia o viento fuerte dificulte la visibilidad; no manipular maquinaria si su uso no es seguro y, por último, evitar trabajar en altura ni cerca de líneas o transformadores eléctricos. También hay que tener en cuenta —prosigue el CEO de Vertical Madrid— que con lluvia o viento fuertes el terreno pierde estabilidad, hay menos visibilidad, aumenta el peligro de deslizamiento y crece el riesgo de accidente durante la manipulación de equipos eléctricos”.
La necesidad de equiparse bien.Para realizar trabajos en grandes edificaciones es necesario contar con destrezas, habilidades y un entrenamiento especializado en el área. Carmelo González, técnico superior en prevención de riesgos laborales añade que “también es necesario contar con un equipamiento, herramientas y vestuario adecuado, algo especialmente importante cuando el mal tiempo complica una actividad laboral, de por sí, nada sencilla. Tal y como subraya Jonathan Alonso, “por ejemplo, el uso de equipos de protección individual evitará accidentes, de igual manera que las suelas antideslizantes protegerán de resbalones”.Mejor no trabajar con vientos de más de 50 kilómetros hora.Según la Nota Técnica de Prevención nº 448 (NTP 448), del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el trabajo (INSHT), “se recomienda no efectuar trabajos en caso de que el viento supere los 50 kilómetros por hora”. Sin embargo, está recomendación no es legislativa. Carmelo González considera importante “crear una restricción, según los cálculos y la responsabilidad del departamento de prevención de riesgos de la empresa, o un baremo de la velocidad del viento máximo al que se puede acceder o permanecer a ciertas zonas elevadas de la empresa. Esto debería quedar enmarcado en el Plan de Seguridad y Salud, haciendo que la velocidad del viento estipulada se convierta automáticamente en una normativa de seguridad de obligado cumplimiento”.
Seguridad por encima de los costes.Alejandro Riquelme Soto es trabajador vertical. En su opinión “la no obligatoriedad significa que, en el caso de una empresa de trabajos verticales, no sería ilegal que sus trabajadores realizaran labores de mantenimiento o de trabajo en instalaciones a la intemperie, con vientos fuertes. Sin embargo, hacerlo podría conllevar peligro de accidente, por lo que, explica, Jonathan, “sería importante tener en cuenta esta recomendación, primando la seguridad del trabajador sobre los costes adicionales que conlleva la paralización de un trabajo, como son perdidas de jornadas de trabajo o, incluso, pago de dietas”.
Una buena solución podría pasar por agendar los trabajos para, así, tratar de optimizar los trabajos. El CEO de Vertical Madrid explica que “resulta muy útil utilizar las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología para conocer la velocidad del viento por anticipado. De este modo se pueden conocer, hasta con siete días de antelación, cuáles serán las condiciones de lluvia, niebla y viento que vamos a encontrarnos en el lugar de trabajo”.
La observación de todas estas medidas de seguridad, cuando el viento sopla y la lluvia arrecia, resultarán especialmente importantes y más ahora que estamos en invierno. En este caso, explica Carmelo González “lo más sensato y conveniente, según, incluso, recomendaciones del Ministerio de Seguridad y Salud, es abandonar la zona de trabajo. Esto es algo que habrá que hacer desde el momento en el que la fuerza del viento se convierta en un verdadero peligro para los usuarios o profesionales que estén ejerciendo tareas en zonas como cubiertas metálicas, de chapa o sobre todo en tejados inclinados, que son los lugares más difíciles donde realizar trabajos, relacionados como en este caso con el mantenimiento de placas solares, instalación de líneas de vida, montaje de plataformas y andamios….”
Algunas medidas de seguridad a tener en cuenta.El viento puede producir pérdidas de equilibrio, contribuir a la caída de objetos, producir golpes de los equipos sobre el edificio o incluso, si la exposición es prolongada, producirnos una sensación de aturdimiento y aumento de la fatiga.Las líneas de vida y puntos de anclaje se revisarán, antes de ser utilizadas tras un régimen de vientos fuertes, siendo sustituidas en caso de apreciarse defectos.Está prohibido el izado de cargas de gran superficie, además los anemómetros de grúas torre o andamios eléctricos (o equipos similares) deberán dar un aviso intermitente con velocidad de viento de 50 km/h y continuo a 70 km/h, (o la que indique el fabricante si es menor) parando la señal al dejar la grúa fuera de servicio (en veleta).
Ver FichaComienzan los trabajos para recuperar y musealizar la fortaleza de Despeñaperros
El Fuerte de Despeñaperros será objeto de diversas actuaciones que permitirán adecuar sus accesos y consolidar sus estructuras. Así lo señala el Plan Director que ha elaborado el equipo de Patrimonio Histórico y Artístico del Ayuntamiento de Cartagena. Se trata de un documento en el que el Consistorio ha estado trabajando tras asumir, el pasado año, la redacción del proyecto que indicará los pasos a seguir en la reforma de esta construcción de la segunda mitad del siglo XIX, que corona una de las cinco colinas que determinan la topografía del casco antiguo de la ciudad.
El Plan Director contempla cuatro fases de trabajo, que concluirán con un plan de musealización de la fortaleza militar, lo que constituye la última parte del proyecto.En estos momentos se están realizando los trabajos previos que permitirán retirar aquellas pequeñas construcciones o añadidos que distorsionan la fisonomía de la obra original.
La complejidad orográfica de la zona se suma a lo escarpado de su arquitectura, con imponentes muros de mampostería en los que será necesario actuar con equipos especializados en trabajos verticales, ya que algunas zonas presentan especial dificultad para la colocación de andamios y la utilización de maquinaria pesada.
Además, se están estudiando diferentes posibilidades para llevar a cabo la reposición de aquellos elementos significativos de la arquitectura de la fortaleza que se han perdido con el paso del tiempo, como son el cordón perimetral, los merlones y las cañoneras, pero siempre revalorizando los elementos originales.
Puesta en marcha de la obraEsta primera fase de trabajo cuenta con un presupuesto inicial de 80.000 euros y estará a cargo de los arquitectos responsables del Plan Director: José Amorós y Alberto Amorós en colaboración con la asociación AFORCA coordinados con el Servicio de Patrimonio Histórico de la Comunidad Autónoma, perteneciente a la Dirección General de Bienes Culturales.
Ver FichaCómo reducir la acción nociva de las palomas en las ciudades
Las infecciones se transmiten a los humanos a través del contacto directo con las aves o por medio de la inhalación de sus excrementos en forma de polvo microscópico. También se contagian mediante agentes infecciosos como virus, hongos y bacterias que causan alergias y dolencias respiratorias considerables. Algunas de las enfermedades más comunes suelen ser psitacosis, gastroenteritis, infecciones de hongos y, en ocasiones, hasta casos de gripe aviar. Los cuadros más comunes que provocan en los humanos son fiebres, diarreas, náuseas, vómitos, dolores abdominales, infecciones pulmonares, que también afectan al bazo y al hígado y cuadros alérgicos.
Por estas razones, la paloma bravía o común se ha convertido en un serio problema para la convivencia en las grandes poblaciones. Históricamente estas aves anidaban en los acantilados y en zonas rocosas, pero a partir de mediados de siglo, comenzaron a establecerse en las ciudades para cubrir dos objetivos: deshacerse del peligro de depredadores como halcones y águilas, y conseguir comida de manera fácil y abundante.
El problema de superpoblación está favoreciendo la aparición y el desarrollo de bacterias y graves enfermedades, pero también está produciendo cuantiosas alteraciones estéticas y un deterioro del patrimonio arquitectónico. Las heces de una paloma -que pueden llegar a los 15 kilos al año por ave- son altamente corrosivas, y muchas contienen simientes que terminan brotando en las fachadas de edificios históricos y protegidos, provocando daños y afeando su aspecto.
La causa del problema se encuentra en la densidad de población que soportan muchas ciudades españolas. Los expertos señalan que la media tolerable de densidad está entre 300 y 400 palomas/Km2 y que, si se supera este número, es necesario establecer estrictas medidas para controlar su población. La Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental ya ha solicitado medidas urgentes que contribuyan a controlar esta especie, por ser potenciales transmisores de graves dolencias.
Una de las medidas más eficaces para atajar el problema de la superpoblación de palomas es prohibir su alimentación, aunque solamente ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia lo aplican en sus ordenanzas municipales. Además, es importante asegurar siempre que los contenedores de basura estén bien cerrados y no dejar bolsas de basuras o alimentos a la intemperie. En cuanto al patrimonio arquitectónico es aconsejable que se realice una vigilancia periódica y una correcta conservación de los edificios para evitar que a través de cualquier hueco puedan encontrar una vía de entrada y anidar en cubiertas o cámaras de aire.
También es necesario ofrecer más información a los ciudadanos para que conozcan la realidad del problema y tomen conciencia.
Consciente de esta situación, la multinacional experta en control de plagas e higiene ambiental, Rentokil Initial, dispone de un equipo especializado en protección de edificios contra anidación y posado de aves que analiza detenidamente las características del edificio y el grado de infestación o afectación.
Una vez analizado cada caso particular, los técnicos de Rentokil Initial proponen al cliente desarrollar el método más idóneo y comienza así la activación del plan de protección.
Entre los métodos más utilizados por Rentokil Initial para impedir la anidación y posado de palomas se encuentran las redes, el sistema electrostático, las púas antipalomas o los sistemas de cables Avistrand.
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